"Así pasan la mayor parte de sus días por un sueldo que no llega a los 70 euros al mes" Alfredo Casas
Foto: Alfredo Casas
Declaraciones obtenidas por Calvin Dexter
De origen colombiano, Alfredo Casas lleva tres años afincado en Barcelona y sus trabajos han ilustrado durante meses las páginas de El Periódico. Aunque también ha puesto su ojo en la fotografía comercial, en la actualidad se encuentra enfrascado en el proyecto “Basket Case of Hope” con el objetivo de documentar las condiciones de vida y laborales de los habitantes de Daca, considerada en varias ocasiones como la peor ciudad del mundo para vivir. Su intención es seguir profundizando en esta serie y mostrar al mundo entero lo que está sucediendo en la capital de Bangladés.
Alfredo Casas
“La primera vez que oí hablar de Bangladés fue en las clases de Geografía cuando cursaba cuarto de primaria. Libro de texto en mano, mi maestro intentaba darnos una rápida vuelta al mundo, lo cual ayudó a cultivar mi curiosidad por otros lugares y sus circunstancias. Nunca se borró de mi mente la imagen de un campesino que aparecía en aquellas páginas ni las duras condiciones en las que vivía debido a la pobreza y al clima del monzón.
Durante años casi no volví a escuchar de este país ni leer su nombre a menos que no fuera en las etiquetas de la ropa. Allí es donde muchas veces podías ver el texto ‘Made in Bangladesh’.
El 23 de abril del año pasado Bangladés volvió a aparecer en los medios y posiblemente en las conciencias de las personas. Un edificio lleno de talleres textiles había colapsado, dejando más de 1.380 muertos, 2.000 heridos y muchos desaparecidos. Era la peor tragedia de la industria textil y probablemente del país. Escuchar esta trágica noticia me hizo reflexionar hasta llegar a plantearme viajar allí para hacer un reportaje.
Mi intención no era solo ir allí y cubrir los hechos de aquella catástrofe; quería profundizar más, y por ello decidí centrar mi atención en Daca, una macrourbe de 15 millones de habitantes elegida año tras año por The Economist como una de las peores ciudades para vivir del mundo. También es el lugar en el que vivían la mayoría de las víctimas de la tragedia. Así pues, documentar los quehaceres de sus habitantes era una buena manera de comprender mejor en qué situación vivían.
Las condiciones de esta ciudad son arduas para el día a día. La contaminación y la falta de infraestructuras marcan el ritmo de un lugar colorido y frenético en el cual puedes sentirte agobiado o muy a gusto dependiendo del momento.
En Bangladés hay alrededor de cuatro millones de personas trabajando en la industria textil y en oficios relacionados con ella. La mayoría de empresas confeccionan allí porque es el lugar donde se paga el sueldo más bajo del sector. Por ésta y otras razones, Daca rebosa talleres textiles por todos sus rincones. No es raro oír el sonido de las máquinas de coser al caminar.
"En Bangladés hay cuatro millones de personas trabajando en la industria textil. La mayoría de empresas confeccionan allí porque es donde se paga el sueldo más bajo del sector"
Esta fotografía la hice en un momento de curiosidad. Me encontraba con mi compañero en medio de uno de los barrios más antiguos de la ciudad y decidimos explorar algunos edificios. En este barrio en particular encontramos a una familia que nos recibió amablemente ofreciéndonos te y fruta. Los bangladesíes son muy amables y suelen recibirte con cordialidad.
En este mismo edificio en el que residían familias también había talleres textiles en los que varios chicos viven y trabajan. No es raro que los trabajadores, especialmente los más jóvenes, vivan en su mismo espacio de trabajo.
Vi a estos dos chicos trabajando con esa pared azul de fondo y supe que era una imagen importante. Pese a ser una foto que llama la atención estéticamente, creo que es más importante lo que transmite y lo que muestra: cómo muchos de estos trabajadores pasan la mayor parte de sus días por un sueldo que no llega a los 70 euros al mes.
En el segundo capítulo de mi proyecto pienso volver a Bangladés para documentar las áreas rurales y los problemas que llevan a que una media de un millón de personas emigre cada año a la ciudad para trabajar en la industria textil, en las contaminantes fábricas de ladrillo o en las tóxicas industrias del cuero.
Mi objetivo con este proyecto es retratar las duras condiciones y circunstancias de un lugar como Bangladés, pero sin dejar de lado la fe y la esperanza que vi en muchos de sus ciudadanos, que cada día luchan con ilusión por una vida mejor.
Es por esto que he llamado al proyecto ‘Basket Case of Hope' [‘un caso perdido de esperanza’] para contradecir las palabras del ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, que un día se refirió a Bangladés como un ‘basket case of disaster' [‘un caso perdido de desastres’]. Él veía aquel lugar como un caos desastroso. Yo lo veo como un caos con mucha esperanza.
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