JEFF WIDENER, FOTÓGRAFO
"Casi lo estropeo y no consigo la foto"
Calvin Dexter
En junio de este año se cumplen 25 años del momento en que Jeff Widener inmortalizó con su cámara a un hombre plantándose frente a una hilera de tanques en la plaza de Tiananmen durante las revueltas de 1989 en China. Sin duda una de las instantáneas más icónicas de todos los tiempos, forma ya parte de la historia y marcó para siempre la carrera profesional de su autor, que a punto estuvo de echarlo todo a perder por un despiste. A sus casi sesenta años, este fotógrafo estadounidense afincado actualmente en Hamburgo y auténtico reportero trotamundos atesora un envidiable porfolio, con una deliciosa colección de instantáneas en blanco y negro que ha capturado estos últimos años con sus Leica de película. Antiguo editor de Associated Press para el sudeste asiático, nos confiesa que ha visto cosas que desearía no haber visto. Incluso Bill Clinton le pegó un manotazo.
En junio de este año se cumplirán 25 años desde que hiciste la foto del hombre del tanque en la plaza de Tiananmen. Es una imagen icónica de la que has hablado en infinidad de ocasiones. Olvidémonos un momento del pasado y centrémonos en el futuro. ¿En qué estás trabajando ahora mismo?
La industria de los periódicos se ha deteriorado mucho y el mundo ha cambiado desde que empecé con la fotografía. Tengo 57 años y no me resulta fácil correr y cubrir guerras como antes. Así que decidí volver a mi gran pasión: la fotografía en blanco y negro. Recuerdo con mucho cariño el tiempo que estuve trabajando en un pequeño periódico de Indiana, donde imprimíamos en papel Ilford. Era maravilloso: aquellas impresiones parecían sacadas de una exposición.
En 2003 decidí volver a usar cámaras Leica y película Tri-X, y las primeras fotos que hice fueron en Tahití, a la banda de música reggae UB40. Los conocí por casualidad en la playa. No tenía ni idea de quienes eran, pero les expliqué que yo era fotógrafo, vieron mis trabajos en blanco y negro y me pidieron que fotografiara uno de sus conciertos. Lo hice y quedaron encantados. Por aquel entonces yo vivía y trabajaba en Honolulu y ellos hicieron varios conciertos por la zona que yo cubrí.
Jeff Widener nos habla de su larga trayectoria como fotógrafo, pero también de su presente. “Algunas de las fotos que he hecho durante las vacaciones han servido para pagar esas vacaciones. No puedo pensar en una vida mejor ahora mismo.” | Foto: Corina Seidel
Ocasionalmente me los he ido encontrando en distintas partes del mundo. En 2008 me pidieron que fotografiara su gira por Australia y Uganda. Así es como me metí de nuevo en la fotografía en blanco y negro. Al mismo tiempo, también empecé a trabajar en un proyecto personal en Hawái.
En estos momentos estoy trabajando con dos galerías de los Estados Unidos que se encargan de vender mis obras en blanco y negro como piezas de arte. Mis héroes son Robert Frank y Josef Koudelka, entre otros, así que si miras mis trabajos verás que desprenden un aire muy clásico.
Cada vez es menos habitual encontrarse con alguien que se gane la vida haciendo fotos.
Ahora mismo no hago muchos trabajos fotoperiodísticos. Vine a vivir a Alemania y llevo tres años adaptándome. Lo que de verdad estoy intentando es meterme en el mundo del arte y vender mis fotografías como arte, pero no he hecho mucha fotografía documental últimamente. Quizás vuelva a trabajar para alguna agencia en el futuro, pero ahora mismo me centro en la fotografía de calle y el arte.
Foto: Jeff Widener
Honolulu (arriba) y Molokai, en Hawái. | Foto: Jeff Widener
¿Son más gratificantes este tipo de trabajos que el fotoperiodismo puro y duro?
No es que sean más gratificantes, sino que son más divertidos. Sin duda. A mí y a mi mujer, que es alemana, nos encanta viajar, y aprovechamos para hacer un montón de fotos siempre que vamos a algún sitio. Yo siempre llevo encima mi [Leica] M7, y algunas de las fotos que he hecho durante las vacaciones han servido para pagar esas mismas vacaciones. No puedo pensar en una vida mejor ahora mismo.
¿Cómo ves el fotoperiodismo hoy día? Con la irrupción de la tecnología digital, las redes sociales y los smartphones, el panorama ha cambiado radicalmente.
Creo que algunos fotógrafos tienen miedo de este cambio porque ahora todo el mundo lleva un smartphone encima y éstos cada vez son mejores. Muchos periódicos piden a los lectores que les manden sus fotos gratuitamente. Si hay un accidente de coche, por ejemplo, siempre habrá alguien que haga una foto con su teléfono móvil, así que es normal que haya fotógrafos que teman por sus trabajos. Ahí está lo que hizo el Chicago Sun-Times con toda su plantilla de fotógrafos.
Yo ya no puedo fiarme de los periódicos porque no sé si mañana tendré trabajo. Muchos fotógrafos tienen que reinventarse y encontrar un lugar en el que puedan seguir con su pasión y ganarse la vida con ello.
Foto: Jeff Widener
Kailua (arriba) y Kalaupapa, en Hawái. | Foto: Jeff Widener
“He trabajado en periódicos y tienes que lidiar con muchas personas que no tienen ni idea de fotografía. Es muy frustrante”
Si ahora recibo un encargo de una agencia, me pagarán entre 150 y 300 dólares por un día de trabajo. Si vendo una de mis fotos a través de una agencia de arte, puedo ganar entre 500 y 4.000 dólares. Así pues, prefiero intentar vender fotos y después hacer la fotografía documental para contar las historias que a mí me interesan. Y luego ir a un periódico y preguntarles si les interesa aquella historia.
Ya he trabajado en periódicos antes y tienes que lidiar con muchas personas que no tienen ni idea de fotografía e intentan cambiarlo todo. Es muy frustrante. Ahora sólo hago las historias que me interesan.
Has estado en más de 100 países distintos cubriendo todo tipo de escenarios. ¿Quedan todavía buenas historias por contar?
¡Por supuesto! Siempre hay problemas contemporáneos que hay que contar. El problema es el dinero. Hay becas para trabajar en proyectos así, pero no es fácil conseguirlas. Hay que conseguir financiación, y eso siempre es complicado.
Foto: Jeff Widener
Gibraltar (arriba) y Atenas. | Foto: Jeff Widener
De entre todos tus trabajos, ¿cuál es tu historia favorita?
Las dos últimas grandes historias que hice fueron hace un par de años para un periódico de Hawái. Una era sobre la violencia doméstica y significó mucho para mí. La otra era sobre los sintecho en Hawái. Había mucha gente viviendo en la calle, en la zona de la costa, y al cabo de un año de salir mi reportaje fotográfico ya no había nadie allí. Les habían buscado hogares. Eso también significó mucho para mí. Son estos trabajos los que busco hacer ahora.
¿Algún proyecto o foto que desearías no haber hecho?
No. No hay fotos que me arrepienta de haber hecho, pero sí fotos que preferiría no haber visto y que no podría haber hecho. Recuerdo un accidente aéreo en Tailandia. Había equipajes por el suelo, coches, ambulancias… y de repente vi a un montón de gente haciendo fotos de algo que no llegaba a ver. Me acerqué y de pronto vi a un médico sujetando una pierna humana, como si estuviera sujetando un pescado, un trofeo. No pude hacer esa foto. Me pareció terrorífica. He visto muchas tragedias a lo largo de mi carrera.
Foto: Jeff Widener
Dakota del Sur (arriba) y Yellowstone, en Estados Unidos. | Foto: Jeff Widener
¿Qué es lo que hace que una buena foto se convierta en una foto icónica como la que tú hiciste en Tiananmen?
Es una lotería. No hay fórmula establecida para conseguir una foto como esa. Es una imagen muy potente, pero salió en televisión, George Bush habló de ella y eso hizo que tuviera mucha más publicidad. Tuve suerte.
De hecho, casi lo estropeo todo y no consigo la foto. Sólo me quedaba un carrete de película Fuji 100 ASA y normalmente disparaba a 800 ASA. Me olvidé de que el ASA era distinto, así que cuando hice la foto pensé que la luz era diferente.
“Es una lotería. No hay fórmula establecida para conseguir una foto como esa. Tuve suerte”
El exposímetro estaba bien. La cámara era una Nikon FE2 con exposición automática y yo asumí que estaba disparando a 1/250 segundos y f11. Pero de repente vi que la velocidad de obturación era de 1/30 y pensé que había perdido la foto. Pero salió una imagen, y es ésa que todos han visto. Pensar que quizás no llego a hacer esa foto es… una pesadilla.
Por esto y por lo que decías antes acerca de tu trabajo sobre los sintecho en Hawái, debemos creer que las fotos siguen teniendo el poder de cambiar las cosas.
¡Sin duda! La fotografía sigue teniendo un impacto en la gente cuando habla de problemas sociales. Cuando vemos algo que nos afecta, reaccionamos. Con la fotografía capturamos momentos que nos provocan reacciones y respuestas.
Foto: Jeff Widener
Estocolmo (arriba) y Hamburgo. | Foto: Jeff Widener
“Muchos fotógrafos dedican demasiado tiempo a componer la imagen. Las imágenes icónicas tienen sentimiento”
Muchos fotógrafos dedican demasiado tiempo a componer la imagen. Una gran imagen tiene más sentimiento. Las imágenes icónicas tienen eso. Y toparse con una escena de David contra Goliat no es algo que suceda muy a menudo. Pero si estás preparado y procedes como es debido, obtendrás algo que perdurará.
¿Qué tiene que tener una historia para que te llame la atención?
Depende de la atención que quieras captar. Si buscas contar la historia de personas sin hogar y quieres que el gobierno intervenga para cambiar la situación, entonces esa es una buena historia que merece ser contada. Las imágenes son muy poderosas. El vídeo también, pero creo que la gente recuerda mejor las imágenes estáticas que el vídeo. Por eso son tan poderosas.
Todos recordamos las imágenes que vemos en las vallas publicitarias, pero no tanto los anuncios en televisión. Las imágenes estáticas perduran; el vídeo no tiene ese poder. Será por eso que dicen que una imagen vale más que mil palabras.
Foto: Jeff Widener
Edimburgo. | Foto: Jeff Widener
¿Cuál va a ser tu siguiente proyecto?
Ahora mismo estoy metido en un libro sobre mis primeros trabajos como editor de la agencia Associated Press en el sudeste asiático. Tengo unas 80 imágenes que me gustaría mostrar, porque todo el mundo me conoce por la foto del hombre del tanque, pero me gustaría enseñar otras cosas que hice durante esa época. Tengo unas cuantas buenas historias por desvelar. Fue una buena época. Por aquel entonces no existían los teléfonos móviles y tenías que saber muchas cosas para hacer buenas fotos. Era un trabajo mucho más difícil.
¿Qué es lo que te anima a seguir haciendo fotos después de tantos años?
Buena pregunta. Siempre he tenido una gran pasión por las cámaras. Cuando tenía seis años y vivía en Arizona, mi padre vino a casa con un amigo suyo que trabajaba para la revista Life. Cuando vi las cámaras y los objetivos y todo lo que llevaba encima para hacer fotos, pensé que todo aquello era fantástico. En aquel momento supe que quería una cámara y que quería hacer fotos el resto de mi vida. Que no iba a cansarme de ese trabajo. De hecho, todavía conservo la primera foto que hice en mi vida. Tenía diez años y la hice con una cámara Kodak en 1966.
Foto: Jeff Widener
Barcelona (arriba) y Praga. | Foto: Jeff Widener
¿Cómo imaginas el fotoperiodismo dentro de diez años?
Espero que los blogs de noticias empiecen a contratar a fotógrafos igual que hacen los periódicos. Espero que tengan en sus plantillas a varios fotógrafos y que los manden a cubrir noticias.
“No me sorprendería que más pronto que tarde se le diera un premio Pulitzer a una foto hecha con un smartphone”
Pero creo que en un futuro cercano lo que vamos a ver serán fotos hechas con teléfonos móviles por ciudadanos de a pie, que pueden fotografiar cosas que de otro modo nunca veríamos. No me sorprendería que más pronto que tarde se le diera un premio Pulitzer a una foto hecha con un smartphone. Es una posibilidad.
¿Te ves a ti mismo utilizando un iPhone en lugar de una Leica?
Ahora mismo no. Pero si las compañías de teléfonos móviles sacan un modelo que ofrezca la misma calidad que la Nikon D700, entonces sí que empezaré a usar uno para mis trabajos en formato digital. Pero eso no evitará que siga disparando con película. De hecho, tengo planeado hacer un libro sobre Europa, y todas las fotos las haré en formato analógico.
Foto: Jeff Widener
Las Vegas (arriba) y Roswell, en Nuevo México. | Foto: Jeff Widener
¿Te has fijado en que apenas si te he preguntado por la foto del hombre del tanque?
No me importa hablar de esa foto; puedes preguntarme lo que quieras. Pero he vivido cosas extraordinarias y he visto de todo a lo largo de mi vida en todos los lugares que he visitado. Una vez Bill Clinton me empujó cuando intentaba subir a un vehículo militar. Yo estaba detrás de él para sacar una foto y cuando se giró para saludar me golpeó y me empujó. Es una de las muchas anécdotas que he vivido.
La foto del tanque fue prohibida durante un tiempo en China.
Sí. Pero hubo un tiempo en que la utilizaron con fines propagandísticos. Enseñaban la foto poco después de todo lo sucedido en la plaza de Tiananmen para mostrar que eran un pueblo tolerante. Ahora no hablan de ello y creo que las autoridades chinas están teniendo una actitud ridícula; ya no consiguen engañar a nadie. Los manifestantes tampoco se libran de culpa porque mataron a soldados. Yo vi cómo los mataban.
En mi opinión, lo que realmente pasó es que fue una situación que se gestionó de muy mala manera. Por ambas partes. Todos cometieron grandes errores. No se comunicaron bien y todo se puso muy feo y se tomaron muy malas decisiones.
El gobierno chino debería admitir qué pasó y que se equivocaron. Sólo tendrían que admitirlo y seguir adelante y mirar hacia el futuro. Los japoneses también cometieron atrocidades durante la Segunda Guerra Mundial y han seguido adelante. Muchos países han hecho cosas similares.
Foto: Jeff Widener
Aberdeen (arriba) y Londres. | Foto: Jeff Widener
¿Crees que se cuentan mejores historias en blanco y negro que en color?
Creo que transmiten distintas sensaciones. Algunas funcionan mejor en blanco y negro, otras en color. Pero tradicionalmente, especialmente en competiciones y concursos de fotoperiodismo, ha habido más trabajos en blanco y negro. Eso no significa que el color no pueda ser dramático. Todo depende de cómo se use.
¿Y qué intentas contar realmente con tus fotografías?
Creo que los humanos nos tomamos demasiado en serio a nosotros mismos. Todos nosotros. Estamos sumergidos en nuestro propio mundo y no nos fijamos en lo que nos rodea. Yo quiero mostrar todo aquello que nos rodea, enseñar a la gente lo que no está viendo, esos pequeños momentos. También me gusta introducir algo de humor en mis imágenes. Quiero que la gente despierte y vea el mundo de otra manera a través de mis imágenes.
Playa en Oregón, Estados Unidos. | Foto: Jeff Widener
Realmente te gusta contar historias.
Sin duda. Tengo muchos amigos que hacen fotos bonitas pero les falta ese algo. Hay que tener un sexto sentido con las personas para saber qué harán y cómo actuarán, y estar preparado. Si eres una persona sensible y apasionada, eso se imprime en tu trabajo, en tus fotografías. No digo que eso te convierta en un buen fotógrafo, sólo que tu mente simplemente trabaja de otra manera.
Yo tengo don de gentes, tengo tacto con las personas y por eso hago retratos y fotografío la vida. Me gusta hablar con aquellos a los que capto con mi cámara, incluso cuando me han dicho que no podía hacerles una foto. Hay que comprender a la persona para conseguir captar su alma con una fotografía. Si van a compartir eso contigo, tú tienes que respetarlo. Entonces podrás documentar correctamente a una persona.
El libro sobre Hawái en el que estoy trabajando es un libro muy oscuro. No ofrece la imagen que tiene todo el mundo del lugar, con surfistas, playas y turistas. Y para mostrar este otro lado hay que profundizar y conocer el lugar y la gente a la que estás fotografiando. Suelo llevarme muy bien con la gente a la que hago fotos.
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