"Era una situación dura que fotografié con mucho respeto y dignidad"
Edu Bayer
Foto: Edu Bayer
Declaraciones obtenidas por Ivan Sánchez
Un recorrido por los pueblos más pequeños. Una visión de un medio rural que poco a poco desaparece. Pero, sobre todo, un viaje periodístico de larga maduración para contar historias humanas y universales pese a lo concreto de su localización. Así es el proyecto “Microcataluña” que Edu Bayer fotografía y Marc Serena redacta. En plena fase de recaudación de fondos, el fotoperiodista nos habla de la imagen de Modesto postrado plácidamente en su cama apenas un día antes de su fallecimiento.
Edu Bayer
Marc Serena y yo habíamos trabajado juntos en temas internacionales, pero teníamos ganas de tratar historias relacionadas con el medio rural en Cataluña. Éste es el origen del proyecto de los micropueblos, que nos propusimos hacer en formato de viaje.
Los micropueblos son municipios con menos de 500 personas. Una tercera parte de los municipios catalanes cumple con estas características: 328 pueblos que ocupan aproximadamente un 35% del territorio y están habitados por unas 80.000 personas. Ésta es nuestra materia primera. Éramos conscientes de que tratábamos un tema local, de nuestra tierra, pero al fin y al cabo un tema que podría hacerse en cualquier otro lugar de España o incluso en otros países.
Empezamos el viaje en marzo de este año y el recorrido nos está llevando solo por algunos pueblos porque no hay tiempo de hacerlos todos. La idea es hacer un periodismo tranquilo, cercano y conociendo a la gente. De media estamos unos seis días en cada pueblo. Durante los seis meses que queremos que dure el viaje pretendemos visitar las comarcas en las que hay micropueblos, que son prácticamente todas.
En cualquier caso los pueblos son el tablero de juego. Nosotros lo que buscamos son historias de las personas que viven en ellos. En realidad es poco tiempo, porque es al irnos de los pueblos cuando realmente empezamos a comprender el lugar.
Se trata de encontrar a personajes que vayan desvelando diferentes facetas de este ámbito rural. En un pueblo hablaremos con un ganadero, escucharemos sus problemas y conviviremos con él; en otro estaremos con unos jóvenes que programan videojuegos y que se acaban de mudar ahí porque están más tranquilos y el aire es más limpio; en otro conoceremos a una mujer que cura con plantas medicinales; en otro viajaremos con el cartero, con un zahorí que busca agua… Visitamos los pueblos en los que parece que nunca pasa nada, donde no va nadie si no es en fin de semana para comer en un restaurante.
La historia de esta foto pasa entre la zona de la Segarra y la Noguera, tierra de secano, de cereales… Una tierra difícil para que los jóvenes de hoy encuentren trabajo. Estuvimos dos o tres días con Clemen, una enfermera rural del pueblo de Sanaüja, viendo cómo atendía a los pacientes de pueblo en pueblo. La acompañamos también el día que le tocaba visitar las masías. La gente vive muy aislada y hay mucha gente mayor; la medicina rural necesita de más medios.
El señor de la foto vivía en una de las varias masías de Vilanova de l'Aguda, pero como estaba muy mal Clemen nos dijo que era mejor que nos quedáramos fuera. Al cabo de cinco minutos de esperar nos dijo que entrásemos. Supongo que la familia entendió que hacíamos algo interesante. Nos explicaron quién era el señor que estaba en la cama pasando sus últimos días. De hecho el tratamiento que le daba la enfermera era paliativo.
"Es alguien que muere en su cama después de muchos años y rodeado de gente querida: es un buen final"
Modesto era un mosso, una figura bastante antigua que también puede encontrarse -por ejemplo- en zonas rurales de Castilla. Un hombre soltero que se va a casa de una gente y se integra en esa familia para trabajar en el campo, cuidar a los animales… pero sin percibir dinero por ello.
Modesto estaba muy débil y apagándose, pero muy bien atendido por la familia. Se le veía tranquilo. Un día y medio después, cuando aún seguíamos con la enfermera, Modesto murió. Decidimos volver para el funeral y la iglesia estaba llena. Había como unas 70 personas. La tradición de los funerales en los pueblos pequeños es muy importante todavía y todo el mundo acude al entierro. En el ramo de flores ponía “Record dels de casa” [“Recuerdo de los de casa”].
Era una situación dura que fotografié con mucho respeto y dignidad. Hablé con ellos e intenté reconfortarlos, aportar algo positivo. Es muy importante la actitud con la que se hacen las cosas. Entiendo que es una etapa más de la vida, pese a ser una situación dura. Es alguien que muere en su cama después de muchos años y rodeado de gente querida: es un buen final.
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